-¿Es usted, acaso, un descerebrado? -le preguntaron.
-Temporalmente, si, es una excelente forma de definir mi estado actual. Lo que sucede, mi amigo, es que estoy enamorado. -les contestó, alentado por un renovado espíritu entusiasta que no conocía presedentes.
Y así fue que partió, sin un rumbo del todo claro, él sólo sabía cuál era el norte de su brújula, y a pesar de la casi certeza de que, una vez más, estrellaría su cara contra la misma pared, con la cual ya estaba tan familiarizado, decide lanzarse a la aventura. Y allí va, Fausto, nuestro hereo. Le deseamos suerte y le recordamos que aquí seguiremos, cuando decida volver a recuperar fuerzas.
Nuestro humilde y pequeño heroe...
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